Entre guerras…
Una Francotiradora certera, mi Amiga MAFALDA, su espacio: Casa de ATEH
Canción popular Fragmento:
Carabina treinta treinta
Que los rebeldes portaban;
Y decían los maderistas
Que con ella no mataban
.…………………………
Con mi treinta treinta
Me voy a marchar
A engrosar las filas de la rebelión
Si mi sangre piden
Mi sangre les doy
Por los explotados de nuestra nación.
“No me mires así, mujer, un hombre no repara en tristezas si la mujer no ayuda”. Así se despedía Leonardo de Salvadora la noche del 4 de agosto de 1914. Entre el aleteo de gallinas y el rebuznar de un burro, la luna homogénea les brindó la claridad suficiente para su última batalla amorosa. En el granero de Tomás, padre de Salvadora había un asno y pocas gallinas. Lo que predominaba eran los cargadores y peines con cartuchos para las Hotchkiss y las Lewis (armamento usado durante la revolución). Numerosos huacales escondían fusiles y balas. Una hora después, hincada sobre la paja, Salvadora lo escuchaba cabizbaja. Por momentos los espasmos de llanto y el sorbido de mocos lo sacaban de concentración. “Por Dios, mujer, no llores así. Te llevaría conmigo, pero ya perdimos dos chamacos y la cosa se va a poner más fea. Mejor te quedas aquí. Entierra los centenarios y las cosas de oro donde quedamos, los sacas pa’cuando nazca la criatura o cuando las cosas estén mejor. ¡Dios quiera que sea niño! Escucha, Salvadora, no quiero que te vayan a quitar los dineros, así que si yo no regreso búscate un hombre pa’ que te cuide a ti y al muchacho y háblale de las monedas, que diga que son suyas. ¿Me entendites?”
Leonardo era un chavista revolucionario al mando del general José Inés García Chávez. Actuaba (igual que muchos) como guerrillero y bandido. Junto con los altamiranistas se hacían llamar guerrilleros sin bandera, ya que no eran villistas ni zapatistas; operaban en el estado de Michoacán. El día que Leonardo dejo a Salvadora, en Celaya se llevaba a cabo la batalla en la cual Álvaro Obregón aniquiló a las fuerzas convencionalistas de Francisco Villa. Después, en el gobierno de Venustiano Carranza, los ejércitos rebeldes, uno que otro villista y principalmente los zapatistas continuaron levantándose. Leonardo murió en 1918, en Jalisco, víctima de la epidemia de gripe española; en su lecho de muerte lo acompañaba Ernestina, su última esposa. Nunca regreso a lado de Salvadora.
Salvadora parió el 10 de enero de 1915, en la ranchería de Cuamio, municipio de Cuitzeo del Porvenir, Michoacán, a un niño prematuro que se embarró con tizne de comal. Ese día ella y otras mujeres hacían tortillas para uno de los cuarteles de rebeldes. Por momentos el estómago se le tensaba pero no había dolor, así que no le dio importancia. Cuando acomodaban las cazuelas con frijoles, nopales y tortillas, algo caliente le escurrió por entre las piernas y un dolor intenso la recorrió desde el ano hasta la parte baja de la espalda. Las otras mujeres le ayudaron a recostarse, todo fue muy rápido. Salvadora sentía que algo le había estallado por dentro y maldijo a la que le parió mujer. Con la vista nublada por el tormento y entre gritos y confusión, sólo atinó a detectar un pedazo de carne morena a la que le escurría baba verdosa y que pasaba de mano en mano hasta quedar por un lado del fogón. Petra, la madre de Leonardo, intentó reanimar el cuerpo diminuto y flácido del bebé, no hubo respuesta. Antes de caer en el remolino negro que la jalaba, Salvadora miró a su primogénito muerto y pringado de tizne.
"Somos partidarios de los principios y no de los hombres"
En el rancho estaba prohibido hablar de los rebeldes y si alguien tenía vínculos cercanos con revolucionarios era mejor no contarlo. A últimas fechas se decían cosas espantosas de ellos: robo de oro a las iglesias; asalto a rancherías y haciendas; pérdidas de miles de centenarios. Salvadora vivía nuevamente con sus padres. Tomás estaba sordo por los cañonazos y su madre ciega por la diabetes. Sus dos hermanos Celedonio y Gonzalo, amenazaban con regresar del otro lado, donde se refugiaron para no pelear durante la revolución. Se acercaba el momento en el que Estados Unidos participaría en la primera guerra mundial (1918) y no deseaban ser reclutados. Así fue que retornaron a Cuamio, exigiendo tierras para trabajarlas, por eso había estallado la guerra y ya tenían Constitución (Constitución de 1917), ¿o no? Salvadora los escuchaba y sentía nauseas.
Un lunes Tomás no regresó de Moroleón. Algunas personas lo vieron discutiendo con tres hombres en el mercado donde compraba cuarterones de maíz para llevar a casa. Salvadora insistió a sus hermanos para que salieran a averiguar. “Él se lo buscó por andar de disque reformador” le dijo agresivo Gonzalo. Su madre murió tres meses después.
"La tierra es para quien la trabaje con sus manos"
El 25 de noviembre de 1917, Asunción llegó a Cuitzeo del Porvenir. Había crecido en Nueva York. Huía de una esposa violenta y de una guerra probable que no le incumbía. Lo que su padre le heredó en México estaba en ruinas y en manos de campesinos a los cuales terminó por dejar en paz. Eran tiempos difíciles para recuperar algo que ni siquiera conocía. Decidió ir en buscar de suerte a la capital y antes de subir al camión que lo llevaría al Distrito Federal la vio por primera vez. Asunción y Salvadora se casaron el 20 de mayo de 1918. Ella le habló hasta 1922 de los centenarios, de las piezas de oro. Lo convenció de quedarse en Cuamio y olvidar el deseo de vivir en la capital. Para no acarrear sospechas fueron comprando terrenos poco a poco. Asunción sembraba maíz, consiguió algunas vacas y logró hacerse de una granja con pollos y cerdos. “Crees que somos pendejos ¿verdad Salvadora?, segurito es el dinero que mi pa’ se robo con los revolucionarios. No te creemos que sea del guevón de tu esposo. Mentirosa, o nos das nuestra parte o le partimos la madre a tu macho. ¿Cómo la ves?” La amenazaron una y otra vez y ella les cedía terrenos para aplacarlos y proteger a su familia. Asunción fue acumulando el coraje de a poco así como hijos con Salvadora. Nació la octava y última, le pusieron el nombre de Remedios y de esa forma invocaron la receta que los salvó de la enfermedad en que se habían convertido Celedonio y Gonzalo. La tarde que Asunción estuvo a punto de matar a Gonzalo, apareció Remedios con una muñeca de trapo en los brazos, lo miró suplicándole que no lo hiciera. Una semana después Salvadora se fue con su esposo y sus hijos al Distrito Federal.
"Tierra y Libertad"
“Hay muchas maneras de ser libre y muchos lugares donde disfrutar la libertad” le dijo Salvadora a su pequeña nieta mientras preparaba una yemma. Puso un pocillo viejo y boludo al fuego, le agregó leche, azúcar y chocolate; batió la mezcla de manera constante y, en algún momento que sólo ella supo, dejó caer en la mezcolanza una yema de huevo; entonces, los movimientos del molinito se hicieron más amplios y acompasados (para que no se cortara). Algunos minutos después la nieta estiraba su tasa para recibir una pequeña dosis del brebaje. Sentadas bebían a traguitos mientras miraban a través de la ventana cómo se caía el cielo a borbotones y el agua se escapaba por las viejas coladeras de la cuidad más grande del mundo. Salvadora no llegaría a saber que ya se gestaba una nueva guerra en este su México bravo. La verían sus hijos, sus nietos y bisnietos.
FIRMA: Un ser de este Mundo.
A: Esther
Canción popular Fragmento:
Carabina treinta treinta
Que los rebeldes portaban;
Y decían los maderistas
Que con ella no mataban
.…………………………
Con mi treinta treinta
Me voy a marchar
A engrosar las filas de la rebelión
Si mi sangre piden
Mi sangre les doy
Por los explotados de nuestra nación.
“No me mires así, mujer, un hombre no repara en tristezas si la mujer no ayuda”. Así se despedía Leonardo de Salvadora la noche del 4 de agosto de 1914. Entre el aleteo de gallinas y el rebuznar de un burro, la luna homogénea les brindó la claridad suficiente para su última batalla amorosa. En el granero de Tomás, padre de Salvadora había un asno y pocas gallinas. Lo que predominaba eran los cargadores y peines con cartuchos para las Hotchkiss y las Lewis (armamento usado durante la revolución). Numerosos huacales escondían fusiles y balas. Una hora después, hincada sobre la paja, Salvadora lo escuchaba cabizbaja. Por momentos los espasmos de llanto y el sorbido de mocos lo sacaban de concentración. “Por Dios, mujer, no llores así. Te llevaría conmigo, pero ya perdimos dos chamacos y la cosa se va a poner más fea. Mejor te quedas aquí. Entierra los centenarios y las cosas de oro donde quedamos, los sacas pa’cuando nazca la criatura o cuando las cosas estén mejor. ¡Dios quiera que sea niño! Escucha, Salvadora, no quiero que te vayan a quitar los dineros, así que si yo no regreso búscate un hombre pa’ que te cuide a ti y al muchacho y háblale de las monedas, que diga que son suyas. ¿Me entendites?”
Leonardo era un chavista revolucionario al mando del general José Inés García Chávez. Actuaba (igual que muchos) como guerrillero y bandido. Junto con los altamiranistas se hacían llamar guerrilleros sin bandera, ya que no eran villistas ni zapatistas; operaban en el estado de Michoacán. El día que Leonardo dejo a Salvadora, en Celaya se llevaba a cabo la batalla en la cual Álvaro Obregón aniquiló a las fuerzas convencionalistas de Francisco Villa. Después, en el gobierno de Venustiano Carranza, los ejércitos rebeldes, uno que otro villista y principalmente los zapatistas continuaron levantándose. Leonardo murió en 1918, en Jalisco, víctima de la epidemia de gripe española; en su lecho de muerte lo acompañaba Ernestina, su última esposa. Nunca regreso a lado de Salvadora.
Salvadora parió el 10 de enero de 1915, en la ranchería de Cuamio, municipio de Cuitzeo del Porvenir, Michoacán, a un niño prematuro que se embarró con tizne de comal. Ese día ella y otras mujeres hacían tortillas para uno de los cuarteles de rebeldes. Por momentos el estómago se le tensaba pero no había dolor, así que no le dio importancia. Cuando acomodaban las cazuelas con frijoles, nopales y tortillas, algo caliente le escurrió por entre las piernas y un dolor intenso la recorrió desde el ano hasta la parte baja de la espalda. Las otras mujeres le ayudaron a recostarse, todo fue muy rápido. Salvadora sentía que algo le había estallado por dentro y maldijo a la que le parió mujer. Con la vista nublada por el tormento y entre gritos y confusión, sólo atinó a detectar un pedazo de carne morena a la que le escurría baba verdosa y que pasaba de mano en mano hasta quedar por un lado del fogón. Petra, la madre de Leonardo, intentó reanimar el cuerpo diminuto y flácido del bebé, no hubo respuesta. Antes de caer en el remolino negro que la jalaba, Salvadora miró a su primogénito muerto y pringado de tizne.
"Somos partidarios de los principios y no de los hombres"
En el rancho estaba prohibido hablar de los rebeldes y si alguien tenía vínculos cercanos con revolucionarios era mejor no contarlo. A últimas fechas se decían cosas espantosas de ellos: robo de oro a las iglesias; asalto a rancherías y haciendas; pérdidas de miles de centenarios. Salvadora vivía nuevamente con sus padres. Tomás estaba sordo por los cañonazos y su madre ciega por la diabetes. Sus dos hermanos Celedonio y Gonzalo, amenazaban con regresar del otro lado, donde se refugiaron para no pelear durante la revolución. Se acercaba el momento en el que Estados Unidos participaría en la primera guerra mundial (1918) y no deseaban ser reclutados. Así fue que retornaron a Cuamio, exigiendo tierras para trabajarlas, por eso había estallado la guerra y ya tenían Constitución (Constitución de 1917), ¿o no? Salvadora los escuchaba y sentía nauseas.
Un lunes Tomás no regresó de Moroleón. Algunas personas lo vieron discutiendo con tres hombres en el mercado donde compraba cuarterones de maíz para llevar a casa. Salvadora insistió a sus hermanos para que salieran a averiguar. “Él se lo buscó por andar de disque reformador” le dijo agresivo Gonzalo. Su madre murió tres meses después.
"La tierra es para quien la trabaje con sus manos"
El 25 de noviembre de 1917, Asunción llegó a Cuitzeo del Porvenir. Había crecido en Nueva York. Huía de una esposa violenta y de una guerra probable que no le incumbía. Lo que su padre le heredó en México estaba en ruinas y en manos de campesinos a los cuales terminó por dejar en paz. Eran tiempos difíciles para recuperar algo que ni siquiera conocía. Decidió ir en buscar de suerte a la capital y antes de subir al camión que lo llevaría al Distrito Federal la vio por primera vez. Asunción y Salvadora se casaron el 20 de mayo de 1918. Ella le habló hasta 1922 de los centenarios, de las piezas de oro. Lo convenció de quedarse en Cuamio y olvidar el deseo de vivir en la capital. Para no acarrear sospechas fueron comprando terrenos poco a poco. Asunción sembraba maíz, consiguió algunas vacas y logró hacerse de una granja con pollos y cerdos. “Crees que somos pendejos ¿verdad Salvadora?, segurito es el dinero que mi pa’ se robo con los revolucionarios. No te creemos que sea del guevón de tu esposo. Mentirosa, o nos das nuestra parte o le partimos la madre a tu macho. ¿Cómo la ves?” La amenazaron una y otra vez y ella les cedía terrenos para aplacarlos y proteger a su familia. Asunción fue acumulando el coraje de a poco así como hijos con Salvadora. Nació la octava y última, le pusieron el nombre de Remedios y de esa forma invocaron la receta que los salvó de la enfermedad en que se habían convertido Celedonio y Gonzalo. La tarde que Asunción estuvo a punto de matar a Gonzalo, apareció Remedios con una muñeca de trapo en los brazos, lo miró suplicándole que no lo hiciera. Una semana después Salvadora se fue con su esposo y sus hijos al Distrito Federal.
"Tierra y Libertad"
“Hay muchas maneras de ser libre y muchos lugares donde disfrutar la libertad” le dijo Salvadora a su pequeña nieta mientras preparaba una yemma. Puso un pocillo viejo y boludo al fuego, le agregó leche, azúcar y chocolate; batió la mezcla de manera constante y, en algún momento que sólo ella supo, dejó caer en la mezcolanza una yema de huevo; entonces, los movimientos del molinito se hicieron más amplios y acompasados (para que no se cortara). Algunos minutos después la nieta estiraba su tasa para recibir una pequeña dosis del brebaje. Sentadas bebían a traguitos mientras miraban a través de la ventana cómo se caía el cielo a borbotones y el agua se escapaba por las viejas coladeras de la cuidad más grande del mundo. Salvadora no llegaría a saber que ya se gestaba una nueva guerra en este su México bravo. La verían sus hijos, sus nietos y bisnietos.
FIRMA: Un ser de este Mundo.
Comentarios
Felicidades, Mafalda.
La Condición Humana, es la "Condición".
El mundo, los pedazos de Tierra que la conforman, seguirán definiendose, reformandose y reagrupandose, nada es definitivo, y nosotros, los Humanos, seguiremos respondiendo igual, habrá quien se acomode, así como quien renuncie y quien vaya por delante, pero al final, solo los seres así, como ella, como Salvadora, lograrán transmitirlo, escribirlo documentarlo.....presumirlo.
Un ser que vive y no especta, un ser que goza y no desea, un ser que lucha y no lamenta, un ser que genera y no consume, será un ser trascendido.
Quien como Salvadora tiene claro a donde quiere llegar, no importan los vericuetos que se le impongan, al final conseguirá eso, contarle a un motivo, enseñarle que los ojos así como los sentidos, deben ejercerse.
Como son nuestros núcleos? De donde vienen y a donde van?
Hijole no se como se comportaba una familia en una guerra a principios de milenio anterior, pero ahora, la respuesta es la misma, aquí y en China....
Leyendo a MAFIS, un instante me llevó a La Tumba de las Luciernagas ( http://champy-decomalaamacondo.blogspot.com/2010/04/una-de-luciernagas.html ), a la misma "Condición" y sin adjetivos.
O es de supervivencia?
Da igual, quien alcanza es por algo.
MAFALDA mamacita mi amor.... te vas a ir al Cielo.
Si sabes cuanto te admiro verdad?
2046
Pelon ya extrañana tus lecturas,reflexiones, gustos e histerias
2046
Que si no.....
Mi amiga MAFIS es mayestra en esto de la escribidera... por eso ves tanta erudicción...
2046
Ps picale en su nombre mensa!!!
Mueve tu mouse por todo tu escritoriote, y donde la flechilla se cambia a manita, ahí quiere decir que si le pushas te va a mandar a otro lado!!!
En el nombre de la MAFIS se va a convertir en manita, pushale y te manda a su congal!
Si serás!
ya ni yo!
UNO yo soy bien metichon y a donde quiera voy y abro el hocico!
2046
Pero ya extrañaba escribirte... aunque sea unas tres tristes líneas...
Te mando un beso mi Champs... luego me platicas en qué has andado... yo?... en el infierno (y sin un diablo que me acompañe)!!!
¡Qué magnificencia la de Doña Mafalda!
De verdad nada que pedirle a ninguna novela histórica acerca de la revolución; la neta si voy volando a la velocidad de un click a leer su blog.
Este texto me elevo de la curiosidad a la emotividad, a identificar los deseos y pensamientos que habitan en cada persona que sube al TAXI y espresar su sentir respecto a la situación que vivimos actualmente, pero que viene siendo la misma en la que se desenvolvían personas con los mismos anhelos y preocupaciones, hace 100, hace 200 años. Hay que celebrar la magnitud de este escrito tan claro, tan sencillo y entrañable; mis abuelos y mis padres vinieron de sus pueblos, cuando la ciudad era llanos inmensos, se contaban pocos autos, los ríos no estaban entubados, no había aeropuerto, existían molinos, establos, en fin, la gente llegada de provincia trajo sus esperanzas de una vida mejor, junto con la fuerza de su trabajo, lástima que esas ilusiones hayan sido enterradas con todos esos viejos, por la "modernidad".
Gracias Mafalda, tu relato hace recordar, conmueve, crea conciencia.
Mi estimado Amigo MC Champygnon, esta celebración no tiene parangón, ¡200% chingona!
Cuídense, que les vaya muy bien, luego nos leemos.
Soy tuyo....
2046
Preguntame si me creo mucho?
2046
Fritzio:
La musicalización estuvo a cargo del anfitrión que siempre certero, nos terminó de colocar en el ambiente y lugar adecuado. Fritzio, te aseguro que sucedió. Y tomando tus palabras: en este 2010 muchos mexicanos estamos en espera del combate real, de la sacudida de letargo, mientras eso sucede y nos llueve de todo a cántaros y por todos lados, bebamos…
: )
Champy:
Hermoso, gracias por ese sonoro rasgueo de guitarra.
Esther, mi madre, fue el remedio que provocó mi nacimiento en territorio DFectuoso, jejeje. Esta historia corrió por la familia de boca en boca. Se mantuvo guardada por años. Me tocó a mí contarla, así las cosas.
Salvadora hablaba con el cuerpo, se hacía presente sin hablar, lo que dialogaba era su porte, sus arrugas, sus movimientos. Por sus acciones, trascendió.
Esa peli “Una de luciérnagas” me la tengo que echar, las imágenes son bellísimas.
Besos guapo.
Catrina:
Hola : )
Así es, una historia de tantas.
Gracias por leerla.
Pherro:
A lo mejor en tu familia hay historias similares, habrá que rascarle. La historia de la mía tiene muchas afluentes, pero a mí me gusta el receptáculo inmenso, el río donde desembocan esas corrientes, y ese río después llega al mar, llega a México. Que si tengo sangre española, italiana, francesa… eso, en este momento no me importa, estoy en México…soy mexicana. ¿O no?
Por cierto, me encanta serlo.
Qué bueno que te gustó mi relato.
: )
Mafalda
Tnf25:
A mi también me gusta escuchar o enterarme de historias paralelas. Las guerras encierran verdades a medias, los protagonistas en ocasiones se esconden por detrás de un pequeño hueso y no permiten analizar las cosas desde un punto de vista humano.
Mafalda
Champygnon:
Olvidaba decirte que gracias por los links en las palabras clave. Que por cierto, si lo leyera mi profe y observara esos links, me daría un coco, jejeje. (luego te digo el por qué)
Muackkkk, besitos de aquel y míos.
Mafalda
A proposito de nombres Salvadora y Asunción, que aquí es nombre de mujer.... Que tentaciones de darle rama a otra historia paralela....
Ay!!! Champy , que miedo me dá cuando se termine esto de las aportaciones al bicentenario. Lo estoy disfrutando mucho
Salvadora es como muchas mujeres "de antes"; me recordó a mi abuela… no sé porqué, quizá porque nació recién librada la época revolucionaria, o tal vez porque a ella le tocó presenciar otras guerras que buscaban libertad e independencia -allá por los años sesentas-setentas en la sierra guerrerense- y porque al final, en medio de las purgas de la guerrilla, también tuvo que venirse al DF… a librar otras batallas con sus hijos (el marido que había tenido a bien morirse, dejándola, endeudada hasta el cuello). (hace algunos años, hubo un devastador huracán -Pauline, recueras?- en Acapulco, cuyos efectos en las zonas más pobres -as always- fueron devastadores, brutales y sin embargo, contra todos los pronósticos pudo reconstruirse. En gran medida, decía un enviado del BIRF, gracias al trabajo de las mujeres de la zona: bravas y enjundiosas. Decía este que esas mujeres de la costa guerrerense parecían revolucionarias de antes; dirás que esto no tiene nada que ver con tu tema, pero Salvadora me hizo recordarlas). La alegoría del cielo viniéndose abajo mientras de las alcantarillas del DF brota el agua, es perfecta para ilustrar lo que hoy, domingo 29 de agosto, pasa en el país... nos llueve por todos lados y la ironía es el miedo a morir de sed en medio de la inundación. Ojalá podamos libar esta guerra que Salvadora ya no presenció, sin necesidad de irnos a las trincheras.
Un beso
Fritzio:
Mi madre, María Remedios Esther, me contó a goteo lento esta historia. Mi abuela, Salvadora, ya la había relatado -a sus nietos- a su manera, intercalando silencios y frases que nos dejaban callados y, que con el paso del tiempo, llegamos a comprender.
No sé qué clase de lucha experimentaremos ahora de nuevo, las armas son distintas pero iguales en efectos.
Mi Champygnon se merece nuestro entusiasmo, es un ser valioso y auténtico.
Ixilik:
Mi abuelo, Asunción, tiene su propia historia. Cuando regresó de EU a tierras mexicanas ya cargaba experiencia y vivencias dignas de contarse.
Gracias por dejarte llevar por mis letras.
Marichuy:
Me hubiera gustado describir más a mi Salvadora, a mi abuela. He estado corrigiendo, ajustando y aumentando este relato después de que se lo envié a mi Champy. ¿Sabes?, Salvadora era analfabeta, no fue como tu abuela. La mía me enseño con acciones su concepto de la vida y de los valores humanos, no tenía otra forma de hacerlo. Asunción, mi abuelo, sólo hablaba inglés y aprendió el español aquí en México; ella, Salvadora, se lo enseñó, pero él no pudo nunca escribirlo bien. Mi abuela tenía 14 años cuando se caso con su primer esposo, Leonardo, quien tenía apenas 17 años al inicio de la revuelta revolucionaria.
Mi abuelo se había casado dos veces en los EU, enviudó de la primera y huyó de la segunda. Su historia es interesante, aunque ese es otro hilo diferente. Él murió antes que mi Salvadora, no lo recuerdo mucho. Mi Abuela junto con María Remedios Esther, mi madre, me criaron.
Tenemos casta enjundiosa, dura y, aunque no lo creas, la historia de tu abuela sí tiene relación con la mía. Mi Flaquis, pasarán los años y siguen apareciendo mujeres de esa calaña para recordarnos que nosotras tenemos “armas” diferentes a las que ellas en su momento portaron, es por eso que debemos combatir nuestros miedos y mostrar de qué estamos hechas.
Me alegra que todos hayan captado mi alegoría. Habrá que trabajar en nuestra propia trinchera.
Besos mi Flaquis.
Fritzio:
Usted es un ser maravilloso.
Abrirles los ojos, despertar a los dormidos, guiar a los ciegos pero principalmente enseñar a mirar bien; es una tarea difícil, incluso desesperante. Y sip, para demasiados … ES MUCHO.
Besos.
Mafalda
Mi Mafis es una buenaza!!!!!!!!!!!!!!
Por eso (y por muchas otras razones) la quiero harto...
Y a ti también...
bien dicen que de tal palo... felicidades Mafalda
Por eso saliste chingona mamacita!
2046
Fritzio:
Así es, un cambio. Yo deseo d corazón que se dé.
W:
Mi amiga, lo que pasa es que me quieres mucho. Gracias por las porras.
El Deme:
Me da alegría que te haya gustado. Y sí, después de tanto y de todo, aquí estoy. Gracias por leerme.
Pe-jota:
Siempre imagino qué les podría suceder a las personas que van por un momento a mi lado, o que se cruzan conmigo en el supermercado, en la peluquería, etc. Y luego razono el momento actual, lo que nos corroe la tripa, y vaya que me sorprendo. Gracias por leer.
Justo:
Un relevo pesado por momentos, ero rico en experiencias. Gracias por leerme y me agrada que te haya gustado.
Malbicho:
Jajajá, leí tu comentario en mi blog. Y sip, mi Champy no pide tantas credenciales, jejeje.
Con lo que respecta a la narración, y eso que me faltó lo del 68, no lo narré porque ya llevaba cinco cuartillas y a lo mejor los cansaba.
Gracias mi querida Bichionuda
: )
Champpygnon:
A la abuela le decíamos “Chava” de cariño. Y pues chingona, Mmmm, pos’ eso dices tú porque me queres’ condenadote jejeje.
Besitos a todos.
Mafalda