DOS ALMOHADAS PARA UNA NOCHE
De las entrañas de Justo, mi Amigo, desde Tiburones en Korador
(Yo he estado repetidas veces en México. Intensamente, con mi olfato y con mi aliento, con el gusto y con el tacto allí me he zambullido, sin salir siquiera de mi ciudad: rojo pasión del país legendario, yo te invoco... ven a mí.
Al abrazar a un Mexicano abarco y me empapo de un embajador plenipotenciario de su tierra y de su gente, de su cultura. Y a ese Abrazo soy yo propenso... en seguida lo identifico, para sorpresa de mis interlocutores carnales: "Tú eres mexicanito", les digo nada más sentirles, viéndoles venir. Y se me quedan mirando con ojos abiertos, sorprendidos como diciendo: "Sí que sabes tú pronto, si acá en tu país apenas distinguen churras de merinas". Conozco e intuyo los dichos, el habla -las traducciones de La Pequeña Lulú fueron buena escuela en mi infancia: ¡epa, me atoré!-, las facciones, el talante, siempre digno, propio de reyes.
La piel de cada uno habla de sus afinidades. Y a veces se imanta -ella tendrá sus motivos- con los enviados de una Nacionalidad, como si una pulsión primigenia nos empujara a esa fusión, consumándose así un acto simbólico, referencial. Yo, por ejemplo, siento esa querencia y puedo pasar horas con un Mexicano amigo o recién conocido entre las sábanas, retozando y acariciándonos, aprendiendo de él y aprehendiéndole, haciendo sexo o sólo hablando flojito, en intimidad...).
Lo que os voy a contar sucedió hará unos tres años. Conocí en un lugar de trasiego nocturno a un rapaz menudito pero bien formado, con iniciativa y don de gentes, que quiso llevarme a su hotel porque se vio que lo nuestro tenía cuerda para más de diez minutos. Nos recuerdo buscando taxi en la noche abierta de ese cruce mágico de Alcalá con Gran Vía, y presto ponerme él al corriente, ya en el vehículo, de los chismes de mis mexicanas favoritas. La acometida entre las cuatro paredes hubiera dado para una película de sábanas: no soy fanfarrón, pero pareciera que nos hubieran unido con pegamento... como quiera que mi chiquito era azafato quedamos para vernos en el próximo vuelo intercontinental, que podía demorarse bastante.
La ocasión llegó, y después una otra... Quedamos en un lugar golfante de Malasaña, en el que lo primero que hay que hacer es desnudarse de arriba abajo. Llegué un poco tarde y al divisar la entrada le vi con otro chico... un compañero de trabajo. Allí charlamos animadamente sin abandonar la barra, ajenos a las incertidumbres que se adivinaban en el oscuro fondo. Mis nuevos amigos me hablaron de la sorpresa que les producía un lugar así, con ese tipo de intercambio abierto... y me explicaron lo que eran las Casitas en México. Dos preciosos, cada una en su estilo, el segundo más alto y fornidote y también más vergonzoso y reservado. Y sucedió que en un momento de despiste de Chico 1, Chico 2 deslizó en mi mano un trozo de servilleta con su número de habitación apuntado.
Soy de natural casquivano y me gustan mucho los hombres. Mas no estoy habituado a lo que después aconteció, propio de una película del destape, como si por una noche hubiéramos pernoctado en el Madrid Costa Fleming. Así que, de regreso, casi agoté los ardores con mi ya casi habitual concubino, después argüí una excusa para marchar, me arrastré por los pasillos del hotel, me equivoqué de habitación y ya finalmente di con ella... Chico 2 me estaba esperando en la ducha.
Al dejar el hotel por la mañana lo pasé fatal por si me volvía a encontrar con mi inicial anfitrión... no fue así -una última vez nos vimos, un día en que yo tenía fiebre y temblaba en sus brazos-. No me siento orgulloso de lo que hice, incluso me avergüenza un poco, porque hubo engaño, pero... ¿quién podía resistirse?
Aquella noche llené completa una alcancía de aromas mexicanos, un cofre preciado que a veces aspiro, que me embriaga profundo... y que me hace sentir que, aunque nunca haya puesto un pie en aquella bendita tierra -algo que espero hacer pronto- conozco bien lo que es navegar entre sus arrecifes.
((Cinco almohadas para una noche es el título de una cinta de Pedro Lazaga dirigida en 1974. No hubiera pasado a la historia si no llega a ser porque fue la última película protagonizada por Sarita Montiel. Los fotogramas son de El cielo dividido -2006- y Rabioso sol, rabioso cielo -2009-, películas ambas del mexicano Julián Hernández, y el cartel de Cinco almohadas para una noche)).
Justo, del blog Tiburones en Korador
(Con un gran cariño hacia su amigo Champy)
(Yo he estado repetidas veces en México. Intensamente, con mi olfato y con mi aliento, con el gusto y con el tacto allí me he zambullido, sin salir siquiera de mi ciudad: rojo pasión del país legendario, yo te invoco... ven a mí.
Al abrazar a un Mexicano abarco y me empapo de un embajador plenipotenciario de su tierra y de su gente, de su cultura. Y a ese Abrazo soy yo propenso... en seguida lo identifico, para sorpresa de mis interlocutores carnales: "Tú eres mexicanito", les digo nada más sentirles, viéndoles venir. Y se me quedan mirando con ojos abiertos, sorprendidos como diciendo: "Sí que sabes tú pronto, si acá en tu país apenas distinguen churras de merinas". Conozco e intuyo los dichos, el habla -las traducciones de La Pequeña Lulú fueron buena escuela en mi infancia: ¡epa, me atoré!-, las facciones, el talante, siempre digno, propio de reyes.
La piel de cada uno habla de sus afinidades. Y a veces se imanta -ella tendrá sus motivos- con los enviados de una Nacionalidad, como si una pulsión primigenia nos empujara a esa fusión, consumándose así un acto simbólico, referencial. Yo, por ejemplo, siento esa querencia y puedo pasar horas con un Mexicano amigo o recién conocido entre las sábanas, retozando y acariciándonos, aprendiendo de él y aprehendiéndole, haciendo sexo o sólo hablando flojito, en intimidad...).
Lo que os voy a contar sucedió hará unos tres años. Conocí en un lugar de trasiego nocturno a un rapaz menudito pero bien formado, con iniciativa y don de gentes, que quiso llevarme a su hotel porque se vio que lo nuestro tenía cuerda para más de diez minutos. Nos recuerdo buscando taxi en la noche abierta de ese cruce mágico de Alcalá con Gran Vía, y presto ponerme él al corriente, ya en el vehículo, de los chismes de mis mexicanas favoritas. La acometida entre las cuatro paredes hubiera dado para una película de sábanas: no soy fanfarrón, pero pareciera que nos hubieran unido con pegamento... como quiera que mi chiquito era azafato quedamos para vernos en el próximo vuelo intercontinental, que podía demorarse bastante.
La ocasión llegó, y después una otra... Quedamos en un lugar golfante de Malasaña, en el que lo primero que hay que hacer es desnudarse de arriba abajo. Llegué un poco tarde y al divisar la entrada le vi con otro chico... un compañero de trabajo. Allí charlamos animadamente sin abandonar la barra, ajenos a las incertidumbres que se adivinaban en el oscuro fondo. Mis nuevos amigos me hablaron de la sorpresa que les producía un lugar así, con ese tipo de intercambio abierto... y me explicaron lo que eran las Casitas en México. Dos preciosos, cada una en su estilo, el segundo más alto y fornidote y también más vergonzoso y reservado. Y sucedió que en un momento de despiste de Chico 1, Chico 2 deslizó en mi mano un trozo de servilleta con su número de habitación apuntado.
Soy de natural casquivano y me gustan mucho los hombres. Mas no estoy habituado a lo que después aconteció, propio de una película del destape, como si por una noche hubiéramos pernoctado en el Madrid Costa Fleming. Así que, de regreso, casi agoté los ardores con mi ya casi habitual concubino, después argüí una excusa para marchar, me arrastré por los pasillos del hotel, me equivoqué de habitación y ya finalmente di con ella... Chico 2 me estaba esperando en la ducha.
Al dejar el hotel por la mañana lo pasé fatal por si me volvía a encontrar con mi inicial anfitrión... no fue así -una última vez nos vimos, un día en que yo tenía fiebre y temblaba en sus brazos-. No me siento orgulloso de lo que hice, incluso me avergüenza un poco, porque hubo engaño, pero... ¿quién podía resistirse?
Aquella noche llené completa una alcancía de aromas mexicanos, un cofre preciado que a veces aspiro, que me embriaga profundo... y que me hace sentir que, aunque nunca haya puesto un pie en aquella bendita tierra -algo que espero hacer pronto- conozco bien lo que es navegar entre sus arrecifes.
((Cinco almohadas para una noche es el título de una cinta de Pedro Lazaga dirigida en 1974. No hubiera pasado a la historia si no llega a ser porque fue la última película protagonizada por Sarita Montiel. Los fotogramas son de El cielo dividido -2006- y Rabioso sol, rabioso cielo -2009-, películas ambas del mexicano Julián Hernández, y el cartel de Cinco almohadas para una noche)).
Justo, del blog Tiburones en Korador
(Con un gran cariño hacia su amigo Champy)
Comentarios
Es la historia de un chico gay mejicano, llena de sexo, pasión, rechazo, amor y desamor. Ese chico, algo melancólico y triste, recorre las calles, de día y de noche, con un LP, un disco de Sara Montiel bajo el brazo: en la película suena una canción de "El último cuplé".
"Cinco almohadas para una noche", genial...Había una travesti en la Gran Vía de Madrid, gigantesca, enorme (ya no se la ve) que imitaba a Sara (no en espectáculos ni nada, sino en la forma de maquillarse, peinarse)...Esa noche, pasaban en la Televisión Española-La2, precisamente "Cinco almohadas", y la travesti iba diciendo a todo el mundo que pasaba por delante de ella:
"Esta noche ponen una película mía en la tele"....
Precioso homenaje, perdóname Champy que no haya llegado a tiempo (no sé si todavía lo hay), sé que me pediste que escribiera algo, pero tenía entonces (aún sigo un poco) molestias cervicales que me alejaron del ordenador y necesitaba unas vacaciones, coincidió justo con eso, pero me alegra ir leyendo a Justo, a Deme y a tanta otra gente...Voy a seguir leyendo todas las entradas...
Besotes.
Juliancito Hernández se ha ganado un papel preponderante en las artes de mi país, la suya, es una filmografía autoral plena reconocida e identificable cuadro por cuadro, guste o no, lo suyo es, y ahí quedará para siempre.
2046 Besotes Y no Divididos, enteros pa'ti.
Incluídas las preferencias las perversiones los hobbies y las pasiones!
Mira tu y yo: En Buñuel reunimos todo a que si?
En Él lo encontramos todo...
Sumate.
2046
Jejeje, qué chido este post. No estoy acostumbrada a leer lo que pasa por la cabeza de un hombre al que le guste otro hombre.
Tengo un guapote amigo que vive en Mérida y dos más en en distrito federal. Los tre mexicanotes maravillosos.
Cuando quieras visitar estas tierras, verás que hay cada torso moreno Mmmm, ¡increible! Jejeje.
Saludos.
Mafalda
Qué rico relato. No hay mejor manera de acercarse a la sensibilidad de un país (de un pueblo), que a través del contacto cercano con su gente. Ya sólo te falta retozar así en algún rincón de este país. Como te gusta la playa, alguna de las nuestras te caería bien: la sensualidad de los mares cuasi tropicales, como los nuestros, es doblemente incitante.
Un abrazo
Alaska además es española y mexicana, por supuesto. Ella llegó a Madrid en su pubertad, una chica del DF con el dulce acento de allá, que provocó burlas en su colegio, algo que, orgullosa, yo creo que no ha perdonado aún. Precisamente su idiosincrasia creo que es una mezcla entre lo madrileño castizo y lo puramente mexicano, en lo bueno y en lo malo. Su afán por ser siempre moderna no es otra cosa que el querer estar por delante, más enterada siempre de lo que pasa de lo que están los demás -los que se reían de ella, dulce venganza- y su máxima de hacer lo que le dé la gana a toda costa -a quién le importa- es una chulería muy reconocible también en los dos países.
Podía haberle dedicado la entrada, y de hecho lo pensé... pero he preferido hablar de sexo -que para mí es una forma importante de amor- porque gracias a él en ocasiones se puede alcanzar, por un momento, la eternidad.
Un abrazo a todos
A quien le estás ofreciendo a tus guapos amigos? A Justo o a mi?
Por que si es a mi d einmediato agendamos viaje chilango!
Si es a Justo, pos chula, ay ponte de acuerdo con él!
2046
Insisto y no me cansaré de afirmarlo, nosotros, como pueblo, como raza, no la merecemos, o no la merecimos mejor dicho, en su tiempo, en los 80's vinó y armó furor, ella hacía horarios AAA la hora en que saliera , pero su claridad de pensamiento y su apertura oral fueron demasiado para la conservadora sociedad de ese tiempo, libertad, sexo, preferencias sexuales (no es lo mesmo), aquí no se llevaban.
Supongo que la defraudamos y no regresó, o no al menos con aquellas ganas.
El amorclaro que mueve.... por eso yo etsoy estático!!!!
2046
Yo no uso almohada!
Luego se confunde uno!
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Y cuán acertado!!!
A mi las sabanas y las almohadas me estorban!
2046
Champy: Alaska adora México, no dejó de ir por incomprensión, sino por problemas con las discográficas, los mismos que la obligaron, a ella y a su compañero de fatigas Nacho Canut, a iniciar una travesía del desierto de la que les costaría mucho salir. Una vez asentados como Fangoria, y fichar por una casa más potente, exigieron por contrato que sus discos se publicaran de nuevo en México, y llevan unos años haciendo promoción allí, con mejor o peor fortuna -tengo entendido que no les va nada mal, aunque se mueven más bien en circuitos underground, quizá, siempre relacionados con el mundillo gay, me parece-.
Deme: me alegra que entiendas tan bien lo que quería decir...
tnf25: un saludo cordial...
Gracias, amigo. Hermano. De sangre, de tactos, de olorosos rastros. Aquí estamos. Seguiremos actualizando, visitando (voy para allá), gozando. Saludos
Si, hace un par de años, que su música y sus discos volvieron, pero no ha conseguido aquella fuerza y aquella penetración...
Pero su huella ahí está, en la memoria de quienes la conocimos, y esa, por muchos alemanes que nos rodeen esta cabrón que se borre.
En círculos cerrados, tuvo un gran éxito su dúo con Martha Sanchez...
2046
PS...Gracias. Cabrón!
Sin dudar, voy a ir.....
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Es bien bueno él!
Nomás que no le gusta andar con mucha ropa..... a mi tampoco.
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