Hagamos Historia.

México lo vale.

En éste espacio y adonde quiera que voy, mi pensamiento e ideología es transparente, así que no pretendo impresionar a nadie ni mucho menos convencerlos. Cuando hablo de ideales y de utopías es porque estos, en mi cabecita, están entretejidos: no son producto de modas ni de afiliaciones. No he militado en ningún partido. Tengo muy claro quién soy y cómo elegí vivir. Así me asumo: agrupado dentro de una minoría, que llevó a cabo una elección de vida; ese grupo no está definido por el color de piel ni por discapacidad alguna. Me enorgullezco de mi elección. Existen teorías que dicen que la naturaleza decidió por mí, no lo sé. De lo que sí estoy seguro es que he tratado de hacer de ésta forma de vida, utilidad y provecho. No sólo he pregonado mi preocupación por el necesitado; los que me conocen saben a lo que me refiero. De la convivencia diaria saco siempre algo para quien me lo demande, aunque sea una sonrisa. Por lo anterior, porque creo, porque estoy consciente de la pangea socio-política en que estamos sumergidos y, principalmente, por el bien de México; sí, ¡primero los pobres!

Crecí y me eduqué sin televisión de por medio. Uno de mis recuerdos recurrentes durante la infancia y adolescencia fueron las palabras crisis, inflación, censura, pobreza, represión; viví muchos años bajo gobiernos priístas; entenderán entonces el porqué de estos recuerdos. Tengo bien presente también, la desesperación que experimentamos en el año 2000 por sacar al PRI de los Pinos; urgía tanto como alentaba. Con el supuesto cambio democrático no nos fue mejor en ningún sentido. La continuidad en el Banco de México permitió, a los gobiernos panistas, hacer los enjuagues necesarios para disfrazar la enorme pobreza y desigualdad imperante en todos los rincones de la república mexicana. Disfrazarla de una estúpida “Estabilidad Económica” que nadie vive, pero que un grosor de la población no se cansa de pregonar.

La calidad de vida de las familias mexicanas, se encuentra devastada por la torpe estrategia de combate a las drogas: de estrategia nada, de torpe todo. Felipe Calderón al declararle la guerra al crimen organizado, en aras de legitimar SU gobierno, escribió su epitafio: Asesino. Con 82,000 muertos a cuestas (última cifra publicada en Reporte Indigo), su mandato será recordado como: El sexenio de la inseguridad y el miedo, de los quemados en la guardería ABC, de los ludópatas del Casino Royale, de las bombas en el zócalo de Morelia, de la balacera en el estadio de Torreón. El Sexenio de los grandes shows mediáticos en aras de lo mismo, legitimar SU fraude, así sea arrastrando la poca dignidad que le queda a México fuera de nuestras fronteras: nos costaría la relación con Francia.

Felipe Calderón no posee ninguna autoridad, nunca reconoceré su gobierno, algún día la historia me dará la razón.

México no necesita un Mesías. Andrés Manuel López Obrador no lo es. Ni mucho menos un "peligro para México", eslogan que tanto éxito brindó a los clientes de Solá en el 2006; no émula a Chávez; no es discípulo de Fidel (qué diera yo). Desde mi perspectiva, es un hombre íntegro y honesto; luchador social durante 35 años; defendiendo lo que él ha creído defendible. Un hombre sin miedo, enfrentó con firmeza, a priístas (Salinas) y a panistas (Jefe Diego) y nunca le tembló voz; Gobernó la ciudad más grande del mundo, la más peligrosa; la hizo no sólo habitable, visitable también y no azotó su economía ni a sus empresarios. Presidente Mazarik y Santa Fe están ahí, como está también un Centro Histórico precioso, limpio y magistralmente restaurado. Están sus programas sociales, ahora en día imitados por toda la república mexicana. Y vemos el famoso Paseo de la Reforma, vivito y palpitando en cada manifestación, emulando sueños y nunca dañándolo.

¿Va a erradicar la corrupción? Por supuesto que no. ¿Se acabará el consumo de drogas? Sería estúpido asegurar semejante barbaridad..... ¿Qué seis años no son nada? Claro que lo son.

Seis años sí son suficientes para iniciar un cambio, para sentar las bases y empezar a enamorarnos de México otra vez, de restaurar el Estado Mexicano, de refundar nuestras instituciones, de hacer valer nuestra Constitución.

Mi voto es razonado y de corazón; a huevo que pueden ir pegados... y útil también. Esto le urge a México. Corazón y Huevos.

No pretendo convencerlos, mi cuota la tengo más que cubierta. Si algo cabe sería: apaguen la tele y mediten su voto, es lo más valioso e importante que tenemos como mexicanos, voten por quien ustedes elijan, pero voten y si deciden lo contrario, ¡bravo! , hasta eso incluye la Democracia.

México necesita un Hombre que anteponga a los pobres por encima de los intereses extranjeros. Necesita un Hombre que priorice la educación por sobre los favores. Urge un Hombre que combata con razones y no con balas.

Por eso mi voto es para AMLO.