Decir adios? ó cruzar la calle?

Lizzy: El vínculo

Siempre a alguien le toca hacer de Puente, enhebrar la aguja con la que se ha de surcir una vida. Tras una ruptura, muchos vivimos intensamente los últimos días de la vida que quisiéramos se acabase, incluidas pataletas, rabias e inmadureces.

Siempre buscamos alguien fuerte que nos cargue y cierre las puertas tras nosotros, las que no nos atrevemos a cerrar personalmente.

Lizzy abandona las llaves de su vida queriendo que “él” las recoja y se las “devuelva”.

Jeremy: El receptor de historias

Idealista estacionado por lección materna. Historia que recibe la digiere con la experiencia que le ha dado su expertisse en pays de todos sabores.

El helado que acompaña a todo pastel de arándanos normalmente se derrite ante la riqueza vitamínica de la fruta purpura, la más vitamínicas entre las vitamínicas, la que nadie elige. Cual es el diámetro óptimo para que una aguja sea enhebrada con facilidad?

Siempre hay un roto para un descocido, que pasa si ambos, roto y descocido se surcen mutuamente?

La consecuencia no será la óptima, pero, si además de roto y descocido se es adulto? Se evitará a toda costa la codependencia tan ansiada, se evolucionará desarrollando autonomía, autonomía indispensable en esos casos.

¿Cómo le dices adiós a alguien al que no puedes imaginarte sin él?

Lizzy busca su desarrollo tomando el camino mas largo para cruzar “la calle”.

Camino que la lleva a Memphis, donde la distancia y la soledad la llevan a estados alterados, desde la ansiedad hasta la histeria, con el bendito insomnio como consecuencia, insomnio que la hace trabajar para crecer.

Arnie: El psicótico atemporal

El no sabe que día vive, el sueña que es feliz al lado de “su Diosa”, pero para poder soñar requiere la etílica y sagrada ayuda.

Colecciona fichas multicolores, símbolo de su enorme debilidad y/ó de su gran pasión.

Sue Lynne: Black Spider occidental.

A Diferencia de su contraparte asiática, esta no tiene control alguno sobre su sensualidad, pero al igual que aquella, se la vive jugándosela para olvidar, para evadir.... El resultado es el mismo, nunca se pierde del todo, el infierno en que vive solo es equiparable a su padecimiento, se padece a si misma, y lo peor es su tremenda conciencia de ello.

Sue Lynne y Arnie lucharon erróneamente por retenerse, se ahogaban porque se adolecían, caían y recaían uno en el otro con la bebida como detonante, pero “nunca tenía sentido por las mañanas”, hasta que pusieron leyes de por medio, lo cual no fue suficiente.

Es tan humano culpar al otro como respirar, en este caso se respiraba el más adictivo de los ácidos, y como toda adicción es la muerte....La lógica muerte de ambos.

Leslie: Tahura por herencia.

Ella no lo eligió, creció haciendo trampas, sumado al estilo de vida en decadencia, solo un ángel la

podría salvar de su destino, o alejar según sea el caso.

Lizzy nunca fue buena para confrontarse a si misma, prefirió cruzar la calle recorriendo 6000 millas para hacerlo, pero resulto excelente para forzar a los otros, así sea la misma muerte de su pasado ese enfrentamiento. Leslie, como muchos mortales debe enterrar su pasado para disfrutas ese “corvette amarillo” que tantas “Violettas” modernas mueren buscando, ella ya lo tiene, su problema es que no sabe manejarlo, Lizzy sin darse cuenta la enseña que en los cambios de velocidades existe una alternativa, la reversa.

Mike Goodness dice que el cine de WKW no es apto para pendejos, lo que me parece excesivo, lo que si creo es que es muy difícil captar y empatarse con todo lo que nos quiere decir, difícil por lo complejo de sus principales ingredientes, el tiempo y el alma humana, su sensibilidad sobrepasa generosamente al promedio de nuestros coterráneos.

Un casting extraordinario, donde la fuerza de los soportes cubren hábilmente la inexperiencia de la protagonista, que a base de sensibilidad probada y transparencia natural sale bien librada.

Un David Strathairm extraordinariamente perfecto, junto a una Rachel Weisz exacta para esta compleja alma atormentada.

Sin Christopher Doyle, WKW recurre a sus clásicos y ya míticos encuadres, lo único que se extraña es esa patina intermedia que normalmente nos hace sentirnos distantes del universo del genio.

Un acierto común en la obra de este gigante, es el manejo de la música para crear exactas atmosferas, el ambiente logrado en Memphis jamás hubiera sido sin la melancolica voz de Cat Power, su presencia es definitiva, y conociendo como conosco a este señoron, estoy seguro que su personaje da para todo un titulo.....

Santaolalla colabora en ese maravilloso plano secuencial en el desierto de Arizona con su inconfundible guitarra, dandole al luminoso desierto el tono exacto para la despedida, pero el merito total es de Ry Cooder, responsable total de la sonorización del film

Último titulo en la filmografia de WKW, My Blueberry Nights, incomprendido por las mayorias, a mi me produce escalofrios, orgasmos y....... ganas de cruzar mi calle, así tenga que cruzar 60000 millas....