Miguel, el Johnny y JuanGa.

Si a mi me interesara realmente entenderme y componerme en éste momento me estaría estudiando, pero que hueva.
Tengo un buen de jale, no tengo ganas de hacerlo, tengo junta a las 9 con mi jefe, no tengo nada que llevarle y prefiero estar aquí, evadiéndolo.
Ayer tuve sesión en el infierno, y no me chamusqué, tampoco estoy como mis compañeritos regios quesque nos fue rebien...no, para nada. Pero al día siguiente no dan ganas de nada.
Se murió Juanga.
Curiosamente venía saliendo del Cine cuando leí la noticia en Twitter.
Volví a ver por segunda ocasión Te Prometo Anarquía.


Sigo sin aclarar mi duda inicial, ahora me queda claro que así debe ser, no conozco mas obra de Julio Hernandez, supongo era su intención, el tan de moda final con atisbos de insanidad mental en el protagonista.
De que va?
Otra vez del mito materno haciendo de las suyas (si ya se que donde quiera dicen que de malandros jotitos pero yo no), la ausencia de la madre, o la presencia incorrecta.
Miguel y Johnny son dos chavos skater les dicen, apasionados de muchas cosas no solo entre ellos, les apasiona el aire, volar, sentir sus pieles, y cosa curiosa, la humanidad.
Miguel es el niño  bien, o que sus padres pretendían que así lo fuera.
Johnny es el hijo de la muchacha que crece viendo al niño bien renegar de la bondad de sus padres ansiándolo para si.
Crecen juntos, acompañándose y protegiéndose, entendiéndose y queriéndose. Y así pasan los años, hasta que el quererse les fue complicando la vida.
Sus madres por obvias razones de clase intentaron separarlos con escaso éxito, cuando ya no pudieron hacerlo dentro lo hicieron afuera, oportunidad brindada para conocer el mundo exterior, la libertad.
Afuera una vez liberados del maldito yugo, no tuvieron regla que los midiera, y volaron.
Aficionados a rolar sobre ruedas, a fraternizar entre congéneres, vivieron y conocieron, de todo como en bótica, y en la Cd. de México tenían que toparse con el diablo, ésta vez vestido de actorcillo de comerciales y fotonovelas en falda hawaiana.
Gabriel es el contacto que los conectará con el hampa, el bajo mundo, los cárteles que emblematizan hoy en día a nuestro México tan cantado por Juanga, quien al ver el arrastre de los chavos en las calles, los animan y organizan para conseguir sangre, sangre fresca para sus heridos.
Miguel y Johnny la hacen de tratantes de vacas, con lo que sobreviven como ellos quieren, hasta que algo sale mal.
Luego de conseguir un cargamento de 50 vacas (52 con el Tecno y la novia del Johnny), el narquillo que llegó por el cargamento se sale de guión y los hace a un lado, con el consabido destino que ya todos conocemos para el cargamento.
Miguel y Johnny, más Miguel que Johnny se hunden en el arrepentimiento y la culpa, y en medio de ese arrepentimiento y esa culpa intentan calmar su coraje vengándose del mismisimo diablo, para luego, ser presas del abandono interno, ese que los hace refugiarse el uno en el otro entre sábanas de hotel barato.
Y es en ese contexto cuando reaparece el personaje maldito....la Madre.
Es Johnny el primero en contactar a Brenda, (luego de eyacular a mi me da por prender un cigarro, pero hay a quienes les da por hablar con su madre, así el Johnny), quien le cuenta que es momento de huir juntos, que al fin y al cabo trae un buen de lana, una vez escucha la voz de su sacra mamacita y se tranquiliza, duerme como angelito junto  a su compañero, despierta sigiloso y emprende graciosa huida, para encontrarse con ella.
Mujer amargada y abnegada, cansada y dolida, sufrida y desgraciada, arrastra su moto, esa que cederá para que él conduzca de manera ridícula a donde él no quiere ni puede permanecer, y que obviamente abandona.
Y se va volando en su patineta.
Miguel al despertarse solo y abandonado obvio le habla a la suya y le pide que venga en su ayuda, ayuda que se transforma en el exilio obligado, si el jodido se exilia en la sierra poblana el rico se exilia en Texas, con sus conexiones y su inglés de colegio clasemediero.
De nada sirven sus suplicas, no se va, lo mandan al sueño americano, un  sueño que el no quiere soñar, el no quiere limpiar escusados ni regar jardines, el quiere seguir soñando con el amor, ese que él conoció de niño cuando más lo necesitaba, con el Johnny, su Johnny.
Salgo del Cine y Twitter inundando con la muerte del ídolo.
Crecí escuchándolo, a veces odiándolo y padeciéndolo, no recuerdo mucho gustándolo, pero si atendiéndolo.
A mi me gustaban más sus canciones en las voces de Lucha y Rocio, de Lupe y Angélica...sobre todo en Lucha.
En ella me parecían auténticas, en él simpáticas.
Con el paso del tiempo lo he ido valorando.
Hoy le reconozco su enorme acervo, legado y trayectoria, su única capacidad de conectar y motivar, nadie como él para hacerse respetar a su manera, porque podrían estarle gritando joto y papacito al mismo tiempo y él celebrando por igual.
Hoy muchos de sus versos me ponen a pensar en su vida, esa que supongo en cualquier momento saldrá a la venta editada por alguna editorial patito.
Si su vida fuera llevada a la pantalla no veo firma que la pueda llenar en su totalidad, quizá en etapas, a Ripstein le daría su infancia, quizá hasta su primer etapa en la Cd. de México, hasta su salida de Lecumberri. Su ascenso a Naranjo, su lado homosexual bien obvio yo a Almodóvar, y su final a Cuarón.
No veo un tono de principio a fin, veo patinas por doquier, así como imagino su vida.
No se si haya vivido como querido, pero sí parece que cuando pudo lo hizo.
Dios lo tenga donde merezca.


Comentarios

marichuy ha dicho que…

No he podido ver "Te prometo Anarquía", con la pena. Todo mundo habla bien de esa película.

Se nos fue El Divo de Juárez. No creí que me diera tristeza pero sí, mucha. Lo suyo fue un gran triunfo en este país de machos homófobos.

Un beso
Champy ha dicho que…
De machos homófobos aficionados a las ñañaras y a gritarle Papacito a JuanGa...nomas a JuanGa!

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